martes, 31 de marzo de 2009

Había que ser valientes, sólo con eso bastaba...

La propuesta de la unidad popular, del conglomerado de partidos que llevó a la presidencia al doctor Salvador Allende Gossens, necesitaba de gente valiente; no sólo de guerrilleros, no sólo de populistas. La propuesta de igualdad, la propuesta de revolución necesitaba de gente convencida de la revolución no sólo de tortilleros empeñados en dar vuelta la tortilla, por que la tortilla, ya sea en el lado dorado o ya sea en el lado quemado es igual una tortilla, una masa informe de huevos y otras cosas.

Para hacer revolución se necesita gente ansiosa de cambios. No sirven los metaleros con símbolos raros, no sirven los weones páisas que hace revolución marchando cual milico en cualquier fecha conmemorativa. La revolución, etimológicamente, es revolver el gallinero, es revolotear el medio, es demostrar que se está dispuesto, no a asumir el cambio, sino a provocarlo.

Acá todos esperamos que alguien haga el cambio, esperamos que alguien lo haga y después sumarse moralmente, siempre y cuando nada amenace nuestra integridad.
Miedo, es lo que nos ha caracterizado, miedo a la tortura o a la desaparición... pero nadie le tiene miedo a la historia, a la historia que hablará sin tapujos de la cobardía de quienes, cual pedro negarán las veces que haga falta, sus convicciones, a cambio de la seguridad.

Que pena ver que la maquinaria imperialista nos ha puesto la mano encima. No la mano, la bota. Los que se dicen revolucionarios van una vez al año al cementerio mientras nos quitan hasta nuestros clubes deportivos, y cuando hablo de nuestro club deportivo hablo de lo más sagrado que un hombre puede tener.

Si sólo hubiera un par de weones con pana, si sólo hubiera un par de valientes capaces de demostrar que las convicciones son más que Internet, son más que sueños. Si ya empíricamente demostraron que sus ansias de poder no tienen más límite que el que nosotros seamos capaces de ponerle, ¿pero quienes son capaces de ponerle límite a la ambición humana? Hoy día nadie, menos los que se entregan, yo al menos guardo mi hoyo limpio. Aún no me lo meten por ahí... otros parece que lo disfrutan.

A veces da hasta pena...